Si todo arte, por definición, ofrece un lenguaje universal, el Naif, hace a este lenguaje más diáfano y más directo, más puro y elemental, más cercano al sonido interno de las cosas, puesto que, como señala Kandinsky, "es un cosmos de los seres espritualmente activos"

(Cristobal Lopez Carvajal)

sábado, 24 de abril de 2010

Séraphine Luis

Texto sacado del blog "mujeres en el arte"

(El siguente texto es un resumen extraído de:
BIHALJI-MERIN, Oto: El Arte Naïf, ed. Labor, Barcelona, 1978. ISBN: 84-335-7558-9; pp. 45-)

“Séraphine Louis, algunas veces citada como Séraphine de Senlis, nació en 1864 en Assy (Oise). Jamás estudió pintura, ni durante los tiempos de su niñez, cuando fue pastora, ni posteriormente, cuando trabajaba como sirvienta.

¿Cuándo empezó a plasmar con formas y colores sus sueños y sus impulsos? ¿Por qué lo haría? Sabemos muy poco del drama íntimo de su pequeño ser. Y quizás todavía sabríamos menos de su arte si el azar no la hubiera reunido con aquél hombre que, impresionado por las imaginaciones de Rousseau, seguía la huella de los modernos primitivos.

En el año 1912 Wilhem Uhde se trasladó a Senlis para descansar en la paz de esa vieja y pequeña ciudad de la Ile de France, cercana a Paris y, al mismo tiempo, alejada del Barullo. Cada mañana acudía una mujer para limpiarle la vivienda. Uhde apenas se fijó en ella. Un buen día vió en una casa de Senlis un bodegón de manzanas que le llamó la atención. Preguntó el nombre del pintor. << ¡Es su asistenta Séraphine!>> Hasta ahí le había guiado el destino a ciegas. Ahora podía cuidarse Uhde de que los estáticos ramos de flores crecieran hasta convertirse en poderosos árboles de fantasía. (…)

Uhde señala que Séraphine guardaba rigurosamente el secreto de su pintura. Nadie podía mirar cuando ella pintaba, cuando mezclaba los colores y preparaba el lienzo para que todo se efectuara con perfección artesana. Vivía con un recogimiento monacal en su pequeña habitación, sobre cuya chimenea siempre ardía una eterna luz a la Virgen.

Pequeña, ajada, con mirada ardiente y oscura sobre su pálido rostro, pintaba en una especie de trance, como jardinero místico, los flamantes ramilletes tras los cuales se oculta la tentación de todo lo sagrado. Plantas carnales con frutos rodeados de pestañas, ornamentos foliáceos hechos de suntuosas plumas delicadamente coloreadas, en cuyo resplandeciente nervio se abren ojos. Extraña malla de susurrantes y concupiscentes ramajes con sartas de perlas compuestas por bayas del arbusto de la ternura, y umbelas estrelladas del jardín de los placeres. (…)

(…) Todas las luces y las brasas de sus sueños se apagaron un día. Entonces vagó de casa en casa y predicó el fin del mundo. Su espíritu había quedado vacío y desequilibrado. En 1934 murió en el asilo de ancianos de Clermont.



Para Séraphine el arte fue como una revelación. Para ella la pintura –igual que para Van Gogh- era un acto afectivo. Era como si se redimiera mediante el acto de la creación. Con los ojos inmensamente abiertos caminaba a ciegas por la uniforme monotonía de su insignificante vida.
El ignorante mundo la tomó por la humilde sirvienta de Senlis. Pero ella había sido llamada para ver, para mirar, a través de los bastidores perecederos de lo temporal, y para anunciar la eternidad. (…)”

1 comentario:

Alen dijo...

Me llama la atención la frase "Con los ojos inmensamente abiertos caminaba a ciegas por la uniforme monotonía de su insignificante vida."
Al ver su obra nos podemos percatar de su rica, significativa y maravillosa vida, que observó desde los ojos interiores, con una lucidez tal, que el mundo tuvo que encerrarla.
Fue el mundo el que no pudo con ella. Creo más, ella no se redimia de nada, se realizaba en todo lo que producían sus inspirados pinceles, colores y manos.
Acostumbrados a la superficialidad exterior, olvidamos que los seres humanos podemos ser formidables arquitecturas internas, cuya aparición: la exterioridad del cuerpo,siendo valiosa, es un apéndice de algo mucho mayor. Ojo, la película no muestra la vida interna increíble de esta mujer y sólo se queda en la anécdota. Por cierto la actuación de la actriz que la representa es portentosa, pero dudo que lo presentado revele la verdadera estatura de la real e invisible Seraphine.
Amor y Fuerza